PERSONAJES COTIDIANOS



Este proyecto está inspirado en vivencias de personas reales, personas "comunes" que desconocen vivir en una fantasía, mi fantasía, que les ha conferido por años un nombre, un color de piel y un momento particular del día. La obra parte de cuatro relatos literarios de mi autoría, éstos han sido una mezcla de ilusión y realidad de mis experiencias con el otro desde el año 2012 al 2015. A partir de Personajes cotidianos se pretende velar la esencia de ciertas personas, plantear en la cotidianeidad maravillas del ser y el hacer. Los protagonistas de esta historia no sobresalen por su profesión, ni por su éxito en la vida ni mucho menos por su grado de exoticidad en el mundo; sobresalen por creerse ordinarios siendo lo que son. De esta manera, mi interés ha sido despertar en el espectador la sensibilidad que me hace descubrir en los rostros de nuestro cotidiano personajes extraordinarios, capaces de hacer de sí mismos una oda a la humildad sin notar siquiera que para toda una comunidad, en la cual me incluyo, son fuente de inspiración. Brindo por el nostálgico, la cocinera, el escritor amante y la joven que padece de insomnio.


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Reimundo

Con una altura que no se justifica en su peso y sorprendentemente erguido para su edad, le pertenecen tierras desoladas, curtidas por el mismo viento que curtió su piel. Doliente su carne, sufrientes sus huesos, sí lloró cuando murió Anita. Apenas come y rara vez duerme. En un reloj en donde las agujas jamás avanzan, él lee sus memorias cuando castaño coloreaba su cabello. El rito de lectura nace con un banquito tapizado de azul, asiento de sus pies, y una fumadera de tabaco que sabe a juventud. Con sus dedos flacos y largos recuerda a Anita recitando:
“Ya descansas furioso amarillo,
mis ojos se tiñen de oscuro.
Aire seco despeina mis plumas,
que lloran enfermas entrando a la tumba”.
La nostalgia le sobrevive a la desesperanza y por momentos dice en voz alta: “Algo crece adentro mío, aprieta el pecho y asfixia. ¿Dónde estará lo que me contó Anita? Persigo a la muerte, tarareo cánticos que mi padre conocía. Todos se han ido ¿Y yo? ¿Por qué sobrevivo? Son los nardos lo único vivo que me acompañan, los nardos que en Enero florecían con Anita”.







REIMUNDO
monocopia sobre hoja canson bristol
29.7 x 42 cm 
2015








Dominga

Viste batones pasando las rodillas, coloreados de ocre y florecidos en campos de girasoles. Encorvada y arrugada pasea con patines de lana desde la cocina a la cama, de la cama al baño, del baño al comedor y del comedor devuelta a la cocina. Tiene a mano siempre un banquito astillado color amarillo, su altura jamás la entorpece en los quehaceres de la casa. Despierta a las siete, atiende el jardín barriendo hojas caprichosas, prepara un té y vuelve a la cama a por la lectura de la mañana. Pasadas las nueve comienza a sudar la cocina con el pan del primer horno.
Dominga ha sido la madre y casi madre de muchos hombres y niños en esta misma casa. Canelones, tortilla de papas, buñuelos de flor de zapallo, milanesas con albahaca, batatas al horno y pollo a la sidra, albóndigas con miga de pan, carne y verduras a la cacerola, guisados de lentejas y brócoli con salsa blanca son algunos platos de los almuerzos y las cenas en la cocina de Dominga. Por las mañanas, el pan con manteca y azúcar, el pan con dulce de leche y el pan con mermeladas. Por las tardes, los budines de mandarina, el bizcochuelo de limón, los polvorones de chocolate y el bendito arroz con leche que sabe a vainilla, canela y naranja. A la hora del postre, Dominga es la reina del queso con dulce de membrillo, el flan de vainilla y leche condensada, las peras al vino tinto y la torta borracha












DOMINGA
monocopia sobre hoja canson bristol
29.7 x 42 cm 
2015 - 2016






Abelardo

Abelardo es metódico, insiste en ser feliz. Disfruta caminar el bosque gris alumbrado por las farolas y el beso de plata. Jamás olvida unos pequeños papeles amigos donde transcribir sus pensamientos y memorizar antiguos versos. Con aire soberbio se proclama ‘experto’ para hablar de asuntos diversos y entrometerse, naciendo sencillo, en conversaciones ajenas. Excelente lector, gastado literato y eterno buscavidas, se presenta impecable ante las jovencitas damas encendiendo fuego tabacos y chispas de deseo en los ojos limpios. Las sábanas perfume jazmín han sido siempre hospicio feliz donde morir frustraciones menguantes y desnudar lo eterno.
Abelardo simpatiza con la sociedad, siente curiosidad de ser parte de; desde hace años que participa muy activamente en círculos de lectura y en ciclos de cine de culto, habiendo iniciado éste con Charles Chaplin, Candilejas, en la Sala Julio Carasca.
Abelardo es un concurrente, un contemplador, un hombre locuaz y sonriente.
“La belleza en las cosas simples, 
la gloria tocarla con las manos”.









ABELARDO
monocopia sobre hoja canson bristol
29.7 x 42 cm 
2015 - 2016




Irene

Irene padecía de insomnio, fracasaba al dormir. Por las noches se le coloraban rosada la espalda y el pecho, agosto florcita del almendro. Cuando monstruo de plata filosa le entraba por los ojos profundos, ella tomaba algo que le sirviera en la escritura, servía un vaso de agua y corría a la cama. ‘Al alba es eterno’ decía. Infinita sucesión de imágenes venían de la mano y fuertemente abrazadas a revoluciones neuronales, la cabeza de Irene no conoció Paz. A medida que la maratón del tiempo se extendía, comenzaban los llantos, pocos y precisos, pero llantos al fin. Irene era obsesiva, su inestabilidad perseverante se fundaba en la interpretación, reinterpretación y re-reinterpretación de todo lo que le sucedía; buscaba soluciones posibles a complejos que compartía con nadie y crecían entre sábanas.
“Quisiera golondrina sincera silenciar dolores en el mar,
que mis plumas aún puras encuentren tesoro,
a meses de vuelo de la gran ciudad.
Quisiera ocre entregarme al campo de flores que huele a libertad.
Que el río, hoy generoso en mis pestañas,
acierte consuelo y terneza
en el cuerpo de un hombre
que pronuncie verdad."









IRENE
monocopia sobre hoja canson bristol
29.7 x 42 cm 
2015 - 2016